Decir que las multinacionales tienen una gran capacidad para chantajear, para imponer su política laboral a los distintos gobiernos, decir que cuentan con numerosos cómplices, que son empresas transnacionales completamente deshumanizadas que se sustentan en relaciones de poder y jerarquía, que disponen de los medios de comunicación a su antojo para mostrar su cara más amable, es decir una obviedad.
Decir que utilizan el chantaje para empobrecer salarios, precarizar las condiciones laborales y sociales, imponer EREs a su medida en aras de aumentar su insaciable cuota de beneficios, decir que nos roban dos veces —una como trabajadoras y trabajadores en las fabricas, y otra como ciudadanas y ciudadanos defraudando a través del impuesto de sociedades, como denuncia el sindicato de técnicos de hacienda, repatriando sus beneficios hacia paraísos fiscales donde tienen sus sedes— forma parte de la misma obviedad.
No contentos con todo lo anterior, multinacionales como en nuestro caso ArcelorMittal utiliza como estrategia de negociación la amenaza —ya sea una mínima quita de puestos en un taller, un convenio, la tarifa eléctrica, los aranceles—, siempre el amago de deslocalizar la producción como moneda de cambio para obtener lo que quiere.
Frente a esta estrategia de chantaje, hay sindicatos que le hacen el juego a la empresa y evitan la confrontación como parásitos que llevan años chupando para su medrar individual, incluso añadiendo preocupación y sembrando el miedo entre la plantilla: «y si cierra», «esto o el caos» se encargan de promulgar por los talleres, y el miedo hace mella, claro que hace mella. Miedo a perder el trabajo, miedo a no tener un salario, miedo a no poder pagar la hipoteca, la luz, miedo a no poder hacer frente a los gastos, MIEDO.
Pero cada vez más gente entendemos que es necesario enfrentarse al chantaje de quienes nos reclaman renunciar a nuestra dignidad como trabajadores. No importa que la factoría este en Valencia, Euskadi o Asturies; actúan y chantajean de la misma manera, detrás de todo hay una planificada actitud de la multinacional.
Por todo ello, para no sucumbir a los chantajes tenemos que ser capaces de buscar vías de coordinación y solidaridad entre los diferentes centros de trabajo de la multinacional, unificar problemáticas para plantear sus consecuentes luchas en común, ser capaces de impulsar y exigir planes de futuro, de empleo, de viabilidad y sostenibilidad, de mejorar las condiciones laborales y sociales de quienes trabajamos en ella. Solo así podremos hacer frente al chantaje.
Nos quieren aislados y en soledad, nos encontrarán en común.
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